¡El Jardín Botánico es uno de los lugares más increíbles de Madrid!
La entrada central del jardín es la Puerta del Rey, construida por el arquitecto siciliano Francesco Sabatini a finales del siglo XVIII. Si te preguntas por qué está cerrada, debes saber que se abre exclusivamente para los miembros de la casa real; la entrada para los simples mortales es la lateral, por la que seguramente hayas entrado, o la Puerta de Murillo.
Este jardín fue diseñado para reunir todas las especies vegetales que se habían recogido en las expediciones científicas a ultramar. Sobre todo en primavera, te encontrarás inmerso entre los colores y aromas de más de cinco mil ejemplares, repartidos en ocho hectáreas de niveles de terrazas.
La primera con la que te encuentras es la Terraza de los Cuadros, con parterres decorados con pequeñas fuentes en el centro y ocupados por plantas ornamentales de exterior, como dalias, camelias y tulipanes, o bien especies aromáticas, medicinales y comestibles. Te recomiendo en particular la magnífica rosaleda que flanquea el paseo del Rey, el bulevar principal.
Ahora haz una pausa y ve a la Terraza de las Escuelas Botánicas.
En la Terraza de las Escuelas Botánicas puedes descubrir el orden cronológico con el que las distintas familias de plantas aparecieron en el planeta. Aquí encontrarás auténticas rarezas. Al fondo llegas a la parte más bella y romántica de todo el jardín: la Terraza del Plano de la Flor, dominada por un pabellón neoclásico que se asoma a un pintoresco estanque, entre la rotonda de los plátanos y castaños de Indias y la de los tilos.
Tu visita termina en la Terraza de los Bonsáis, la más reciente del jardín, donde puedes admirar un centenar de plantas en miniatura, expuestas sobre pedestales, como obras de arte.
CURIOSIDAD: si llueve, te puedes refugiar en la encantadora y muy húmeda Estufa de Graells, que fue construida a mediados del siglo XIX como refugio para las palmeras.