¡Los Jerónimos es una de las iglesias más fascinantes de Madrid!
Te encuentras ahora detrás del Museo del Prado, donde en una posición dominante se sitúa la iglesia de San Jerónimo el Real, o simplemente "Los Jerónimos", el único edificio gótico, aunque con influencias renacentistas, existente en Madrid. Ha sido desde siempre uno de los lugares de culto predilectos de los reyes de España, y aún hoy aparece a menudo en las revistas.
Su historia comienza a mediados del siglo XV, cuando el rey Enrique IV de Castilla ordenó la construcción de un monasterio cerca del río Manzanares. Dado que la zona era poco saludable, en el siglo siguiente, los Reyes Católicos lo trasladaron a una parte elevada de la ciudad, donde ahora se encuentran uno de los dos claustros y la iglesia que tienes delante. Por desgracia, el monasterio fue saqueado primero por las tropas de Napoleón y luego por los aliados ingleses. Treinta años más tarde fue transformado en cuartel militar y posteriormente en hospital.
La fachada que ves no es la original, fue reformada a mediados del siglo XIX, así como las dos torres de aguja del fondo y el conjunto de las decoraciones, aunque la estructura de la iglesia sigue siendo la original de principios del siglo XVI.
Si te preguntas dónde han terminado los restos del convento, debes saber que se han incorporado al nuevo Edificio de los Jerónimos, entrando así a formar parte de la reciente ampliación del Museo del Prado. Gracias a esta nueva puesta en valor, el claustro del siglo XVII, que era lo único que quedaba del monasterio, se ha recuperado de su grave degradación.
Ahora sube por la escalera que fue construida a principios del siglo XX para la boda del rey Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, pero antes de entrar admira el frontón decorado con un bajorrelieve que representa la Natividad de la Virgen.
CURIOSIDAD: cuando el rey Felipe II trasladó la corte española a Madrid, hizo ampliar el edificio existente para poder descansar en él, y decidió construir su dormitorio contra la pared de la iglesia. De este modo podía oír la misa sin tener que moverse de su aposento. ¡Lo que es la pereza!