A poca distancia del Museo Cerralbo, precedido por palmeras que parece que quieren prepararte para la sorpresa, encontrarás el Templo de Debod, un rincón del antiguo Egipto trasplantado en pleno centro de Madrid.
Debes saber que esta joya arquitectónica es el regalo con el que Egipto dio las gracias a España por haber contribuido a salvar los templos de Nubia durante la construcción de la presa de Asuán.
A pesar de que fue en 1970 cuando el templo fue trasladado pieza a pieza desde el puerto de Alejandría al de Valencia, y desde allí en camión hasta Madrid, piensa que su inauguración no tuvo lugar hasta 1972. De hecho, hicieron falta dos años para que los arqueólogos españoles fueran capaces, con los pocos datos de los que disponían, ¡de volver a poner en orden las piezas de este rompecabezas gigante! Actualmente el templo está ubicado en una especie de plataforma de piedra, y está orientado como lo estaba originalmente, de este a oeste. Entre los dos pilares de acceso, en recuerdo del Nilo, fluye una lámina de agua.
Mientras admiras su elegancia, no te olvides de que este monumento fue erigido hace nada menos que 22 siglos en Debod, una localidad de la Baja Nubia. Más tarde fue embellecido y ampliado, y cuando Egipto se convirtió en una provincia romana, hasta los emperadores Augusto y Tiberio realizaron añadidos y modificaciones. El templete estaba dedicado a Amón, dios de la vida y la fertilidad, y a la diosa Isis.
La visita es gratuita, pero requiere un tiempo máximo de media hora y está limitada a no más de quince personas. Consta del Vestíbulo de Augusto, la Capilla de Adijalamani (esta es la parte más antigua de todo el complejo, con inscripciones referentes a Amón y relieves con escenas rituales) y el Vestíbulo del Naos.
CURIOSIDAD: desde la parte posterior del Templo de Debod se pueden hacer algunas de las mejores fotos panorámicas del Palacio Real y la Catedral de la Almudena, con el enorme parque público a tus pies. Un último consejo: si realmente quieres sumergirte en la época de los faraones, ven aquí al atardecer. ¡La visión del templo egipcio iluminado te parecerá verdaderamente un exótico espejismo!