Tu visita continúa en la primera planta del Palacio Real, con el aposento del rey Carlos III, que consta de cuatro habitaciones que conservan el mobiliario original dieciochesco. En la salita y en la antecámara puedes admirar dos techos pintados por Anton Raphael Mengs, pintor de origen alemán aunque formado en Roma, precoz exponente de un neoclasicismo culto y riguroso, que se opone a la extravagante fantasía rococó de Tiepolo. También verás bustos romanos de mármol y algunos retratos de Goya, para terminar con el Dormitorio del Rey.
Estas habitaciones te ofrecen muchos motivos de interés: tras la encantadora Sala de Porcelana, cubierta de azulejos de las fábricas reales, encontrarás la suntuosa Sala del Comedor de Gala, decorada con tapices del siglo XVI en las paredes e importantes frescos en el techo. En las dos habitaciones vecinas te sorprenderán las colecciones de platería y vajillas de cerámica y porcelana, con exquisitos servicios y platos de los siglos XVII y XVIII. En especial, no te pierdas el llamado "servicio de los paisajes", compuesto por más de 600 piezas, ¡en cada una de las cuales está representado un paisaje diferente de los demás!
Antes de tomar la galería que lleva a la salida, no pases por alto la Capilla Real, una de las primeras estancias construidas en el palacio. Está cubierta por una cúpula y decorada con columnas de mármol negro y frescos. Sobre el altar mayor puedes ver una obra de Francisco Bayeu, pintor que se convertirá en cuñado de Goya. Además, en la capilla puedes examinar una notable colección de instrumentos de cuerda del mítico Stradivari.
Ahora que tu visita casi ha terminado, quizás habrás notado que en el Palacio Real no hay muchos cuadros importantes, aparte de los frescos dieciochescos: debes tener en cuenta que las pinturas más prestigiosas se incluyeron en las colecciones del Prado. En el ámbito del Palacio Real, en cambio, ha permanecido la colección de armas antiguas, que te aconsejo encarecidamente que vayas visitar.
CURIOSIDAD: sólo en las salas visitables del Palacio Real puedes contar la increíble cantidad de más de 600 relojes antiguos. Imagina qué vida llevaba el pobre relojero de la corte, ¡que cada día tenía que dar cuerda a los relojes, sincronizarlos y repararlos si era necesario!