Ahora te encuentras delante del Palacio de Santa Cruz, símbolo del periodo de la dominación de los Habsburgo en España, que se extiende aproximadamente desde 1500 hasta 1700. A pesar de las repetidas intervenciones de restauración y reforma, este palacio se ha mantenido más o menos como era en su origen: una estructura de dos pisos con planta rectangular, con dos patios interiores simétricos.
Aunque ahora es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en sus casi cuatrocientos años de vida, el Palacio de Santa Cruz ha desempeñado las más diversas funciones, la primera de todas ellas la de cárcel de la corte, por decreto del rey Felipe IV. Entre sus muros se recluía a los condenados por la Santa Inquisición, a la espera de ser llevados a la cercana plaza Mayor, donde se llevaban a cabo los autos de fe, que pese a su nombre aparentemente inocuo eran en realidad ejecuciones públicas. En la cárcel se recluyó también a personajes ilustres, como el escritor Lope de Vega, culpable de difamar a su amante, el general Riego, que a principios del siglo XIX encabezó una revuelta contra el gobierno absolutista de Fernando VII, o el popular bandido Luis Candelas.
El palacio presenta cierto parecido con los edificios que rodean la cercana plaza Mayor: como los realizados en ladrillo visto con torres de las que surgen capiteles revestidos de pizarra. Esta afinidad no es casual, ya que el primer arquitecto que realizó el proyecto del palacio y que inició su construcción, en la primera mitad del siglo XVII, fue el mismo que diseñó la plaza Mayor.
El cuerpo central de la fachada constituye una grandiosa composición escultórica, dominada por el escudo real.
CURIOSIDAD: entre los madrileños de pura cepa es bien conocida la expresión "dormir bajo el ángel". La frase se refiere a la estatua del arcángel Miguel que todavía se encuentra en la fachada del Palacio de Santa Cruz, y que significa por tanto... ¡dormir en la cárcel!