Si eres fan de Tiziano, tengo una buena noticia para ti: en el Prado encontrarás una colección de hasta veinticinco pinturas del genio veneciano, que era el pintor favorito del emperador Carlos V. Esta colección incomparable es el corazón de la enorme sección dedicada a la pintura italiana dentro del Prado.
Te sugiero que comiences por el gran Retrato de Carlos V a caballo en el que puedes ver al emperador en la batalla de Mühlberg, donde derrotó a los príncipes alemanes que se habían unido a la Reforma y formado la Liga de Esmalcalda. Aquí Tiziano ofrece un ejemplo insuperable para todos los retratos ecuestres pintados en siglos posteriores: de Rubens a Van Dyck, de Rembrandt a Velázquez, de David a Manet.
Carlos V había llamado a Tiziano para que estuviera a su lado en Augsburgo en 1548, al inicio de las negociaciones para la paz después del final victorioso tras una larga guerra. Para que te hagas una idea de la admiración que sentía el emperador por Tiziano, piensa que le había reservado un aposento adyacente al suyo, con posibilidad de acceso directo.
La pintura te muestra al emperador solo. Debería ser la celebración de una victoria militar al mando de un gran ejército, sin embargo, no verás ninguna otra presencia humana. Encerrado en una coraza brillante, indiferente a las sacudidas del inquieto caballo, Carlos V es un héroe solitario, en un paisaje que se pierde en el lejano horizonte. Casi para contradecir la retórica oficial, que hablaba de un "imperio en el que nunca se pone el sol", Tiziano lo sitúa sobre el fondo de un atardecer.
En la expresión del emperador puedes reconocer, sin embargo, una voluntad de hierro, que era la única virtud de la que Carlos V estaba orgulloso; y a esta puesta de sol se contrapone la perspectiva de una fama histórica atemporal. Tiziano conocía de forma íntima los pensamientos del emperador, gracias a su estrecha amistad, y aquí lo representa con toda su sensibilidad de retratista.
Por desgracia, en el siglo XVIII el lienzo quedó dañado por un incendio que modificó en parte su gama de colores, aunque todavía son bien visibles y fuertes.
CURIOSIDAD: cuando el escritor Pietro Aretino, experto conocedor de las cortes, supo que su amigo Tiziano tenía que pintar el retrato del emperador a caballo, inmediatamente le envió una carta con sugerencias: el retrato tendría que ir acompañado de figuras simbólicas, como la Fama tocando la trompeta o la Victoria sosteniendo una corona de laurel. Afortunadamente, Tiziano no le hizo caso, prefiriendo poner de relieve en su lugar la profunda soledad del militar victorioso.