Reanuda la visita a la catedral y continúa a lo largo de la nave derecha hasta el brazo transversal: aquí, en la segunda capilla, llamada Capilla de la Asunción, encontrarás el retablo con la Asunción de la Virgen, prestigiosa y gran obra de Pietro Perugino, encargada por el cardenal Oliviero Carafa, al que ves retratado mientras reza.
La primera capilla de la izquierda, al final de la iglesia, es la que mejor ha conservado su estructura gótica original del siglo XIV, de época angevina. En los sepulcros puedes ver los restos de algunos miembros de la familia de los Minutolo, entre ellos los del cardenal Filippo. Es precisamente en esta capilla donde se desarrolla una famosa novela del Decamerón de Boccaccio, en la que un ingenuo joven se queda encerrado dentro de la tumba junto al cardenal recién fallecido.
En las paredes puedes ver una serie de frescos bien conservados de principios del siglo XIV, algunas de cuyas pinceladas se dice que habrían sido obra del mismísimo Giotto.
Puedes ver otros frescos del siglo XIV en la capilla de al lado, dedicada a San Aspreno, primer obispo de Nápoles.
Admira ahora la escultura del altar mayor: representa a la Asunción y su autor es famoso por haber creado el grupo central de la Fontana de Trevi de Roma.
También en el brazo transversal, tras bajar un doble tramo de escaleras, llegarás a la Capilla Carafa, construida cuando a finales del siglo XV las reliquias de San Jenaro se trasladaron hasta aquí desde el Monasterio de Montevergine. Se trata de un raro ejemplo de arquitectura renacentista: según algunos incluso podría haberla diseñado el gran Donato Bramante, el arquitecto de la Basílica de San Pedro. Como ves, la capilla consiste en una cripta rectangular dividida en tres naves por columnas de mármol, con techo con casetones, también de mármol, decorado con bajorrelieves que representan a santos, doctores de la Iglesia, los cuatro evangelistas y a la Virgen con el Niño. Mira con qué virtuosismo está esculpido el manto que se extiende por la espalda de la imponente estatua de Oliviero Carafa, arrodillado mientas reza y mira hacia el altar donde se custodian los huesos de San Jenaro.
CURIOSIDAD: San Jenaro siempre se representa como un joven de baja estatura. Los huesos conservados en el sepulcro se analizaron en 1988 y revelaron un esqueleto muy antiguo, perteneciente a un individuo de sexo masculino, con una edad comprendida entre los 30 y los 35 años, y de una altura aproximada de un metro y sesenta y cinco centímetros.