Tú también habrás oído elogios a los monumentos del Foro Romano por su gran practicidad debido a la escrupulosa atención puesta en las técnicas de construcción, al uso y combinación de materiales, a su viabilidad y a las canalizaciones hidráulicas.
La Iglesia de San Cosme y San Damián, que tiene la fachada orientada hacia la via dei Fori Imperiali, engloba una antigua biblioteca y los restos del llamado Templo de Rómulo, en realidad probablemente dedicado a Júpiter. Del edificio circular todavía puedes ver la portada con la puerta de bronce, de principios del siglo XIV, equipada con cerradura.
Al lado ya te habrán llamado la atención los restos de uno de los edificios más grandes e importantes de la Roma antigua: la Basílica de Majencio. Fue iniciada por el emperador Majencio en el año 306 y terminada seis años después por Constantino; se caracterizaba por sus ocho pilares colosales, flanqueados por columnas hoy desaparecidas. A treinta y cinco metros de altura se conserva una gran parte de la bóveda con hornacinas cuadradas llamadas casetones: si lo recuerdas, ya los has visto en la cúpula del Panteón.
La Basílica de Majencio fue uno de los modelos favoritos de la arquitectura renacentista, especialmente de Bramante.
Cerca puedes visitar la iglesia barroca de Santa Francisca Romana, que tiene en su interior bellos mosaicos, y el Arco de Tito, erigido en el año 81 por su hermano Domiciano, convertido a su vez en emperador.
Consta de un único gran arco revestido de mármol procedente de Grecia y celebra la victoria de Tito, en el año 71, contra los rebeldes de Judea. Muy importantes desde un punto de vista artístico e histórico son los grandes relieves que puedes admirar en la parte interna del arco, y que ilustran dos fases del cortejo triunfal: por un lado, la Victoria que corona a Tito sobre un carro delante del pueblo y los senadores; por el otro, los legionarios que conducen a Roma el botín obtenido tras la destrucción del templo de Jerusalén: reconocerás fácilmente el gran candelabro ritual de siete brazos.
Si miras ahora hacia el fondo verás la mole inconfundible del Coliseo, mientras que a la derecha, inmersa en la vegetación de un parque, se halla la colina del Palatino, en la que se han encontrado los restos de los asentamientos más antiguos.
CURIOSIDAD: durante los Juegos Olímpicos de 1960, la Basílica de Majencio fue sede de los combates de lucha libre y lucha grecorromana. En esas Olimpiadas luchó también un joven negro que entonces era un completo desconocido. Se trataba de un "tal" Cassius Clay, que más tarde se convertiría Muhammad Ali.