¡Las Termas de Caracalla son uno de los complejos arqueológicos más grandiosos de Roma!
El parque en el que te encuentras conserva los imponentes restos de las termas mandadas construir por el emperador Caracalla, e inauguradas en el año 217 después de Cristo, incluso antes de que se completaran todas sus instalaciones. Si el nombre de Caracalla te parece extraño, debes saber que en realidad se llamaba Lucio Septimio Basiano, pero ha pasado a la historia con el sobrenombre de "Caracalla" porque solía usar una capa con capucha de estilo galo, llamada precisamente caracalla.
La construcción se finalizó con otro emperador, Alejandro Severo. A partir de estas ruinas colosales, completamente exentas de los edificios circundantes, puedes hacerte una buena idea de cómo debía de funcionar un gigantesco complejo termal en plena época imperial de la antigua Roma.
El hecho de encontrarse un poco fuera del centro de la ciudad ha permitido una mejor conservación de las mismas, aunque durante siglos los restos de las termas se utilizaron como almacén de materiales de construcción para otros edificios, empezando por las cercanas iglesias de origen paleocristiano de Santa Balbina y de San Nereo y San Aquileo. Despojadas de columnas, bañeras y esculturas, las Termas de Caracalla se te quedarán no obstante grabadas en la memoria como un impresionante complejo, no sólo por el tamaño de sus muros y bóvedas, sino también por la belleza de algunas partes del suelo, con motivos geométricos blancos y negros, especialmente en el gimnasio y los vestuarios.
Ten en cuenta que las termas romanas estaban a menudo decoradas con obras de arte, y aquí se han encontrado en abundancia. Te menciono algunas de ellas: la columna que puedes encontrar en la plaza Santa Trinità de Florencia, las dos bañeras que decoran la plaza que está ante el Palacio Farnesio, el Torso del Belvedere, el Toro Farnesio , conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, y magníficos mosaicos que representan a atletas y bañistas que hoy puedes admirar en los Museos Vaticanos.
CURIOSIDAD: como puedes imaginar, los romanos iban a las Termas de Caracalla para reunirse, charlar, estar en la sauna y lavarse. Lo único que no hacían, a pesar de las muchas piscinas disponibles, era... ¡nadar!