San Marcos es un cofre sin fin de maravillas, pero si realmente quieres emborracharte con el esplendor de tiempos pasados, entra en el corazón del cofre: el Tesoro de la basílica.
Desde que entras, te conquista el encanto de estas pequeñas estancias, construidas sobre los restos de una antigua torre del primitivo palacio de los dux. La magnífica reorganización realizada recientemente, con una iluminación bien estudiada, resalta al máximo los materiales de los objetos expuestos en las vitrinas: oro, alabastro, cristal de roca, ónice y minerales preciosos.
Estás ante uno de los tesoros eclesiásticos más ricos de toda Europa, que afortunadamente se salvó de la ocupación napoleónica. Estas obras maestras de la orfebrería y la escultura datan en su mayoría de un famoso episodio histórico: la Cuarta Cruzada. En aquella ocasión, en vez de marchar sobre Jerusalén, los cruzados sometieron Constantinopla a hierro y fuego. Los venecianos, encabezados por el dux Enrico Dandolo, llevaron a la Serenísima un increíble botín de obras de arte bizantinas.
Las vitrinas están en orden cronológico: se empieza por los recipientes de producción romana, egipcia y asiática: copas, ampollas, vasijas y ánforas. Te recomiendo el magnífico cáliz realizado para un emperador bizantino, con el borde decorado con pequeñas placas de esmalte.
A continuación puedes admirar objetos de formas insólitas, como un quemador de incienso de plata dorada en forma de iglesia, con varias cúpulas perforadas, o la "Gruta de la Virgen", un gran bloque de cristal de roca con una pequeña estatua de María. No te pierdas los dos iconos de San Miguel Arcángel, de esmalte, plata y filigrana, realizados por exquisitos artistas de Bizancio. En el primer icono, la figura del ángel guerrero está en relieve, en esmaltes de colores; en el segundo surge, de forma muy elegante, de la lámina de oro.
Y ahora, en un crescendo deslumbrante, pasarán ante tus ojos trabajos de orfebrería gótica, entre los que te recomiendo el frontal del altar en relieve de comienzos del siglo XV, que procede de la antigua catedral de Venecia, la iglesia de San Pedro di Castello.
Junto a la salida te espera la última maravilla: la histórica Cátedra de San Marcos, un imponente bloque de mármol con relieves del siglo VI.
CURIOSIDAD: no te lo vas a creer, pero hubo un tiempo en el que el tesoro era todavía más rico de lo que es ahora: a finales del siglo XVIII se tuvo que vender una parte para pagar los gastos de ocupación del ejército de Napoleón, y unos años más tarde, se hizo lo mismo con otra parte para financiar la restauración de la Basílica de San Marcos. ¡Imagina cómo debía de ser el tesoro hace tres siglos!