BELVEDERE

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El Belvedere es un impresionante edificio barroco donde se exponen las mejores obras maestras de Gustav Klimt.

El Belvedere de Viena lo tiene todo: palacio, villa, jardín... Este conjunto palaciego marca un punto de inflexión en la arquitectura señorial europea del siglo XVIII.

Se trataba de la residencia de verano del príncipe Eugenio de Saboya, gran líder en las guerras contra los turcos, situada fuera de las antiguas murallas de la ciudad. El complejo consta de dos edificios separados, Inferior y Superior, conectados por un jardín de estilo francés que se extiende en una suave pendiente a lo largo de la ladera de una pequeña colina con vistas panorámicas.

En el momento de su construcción, la zona se encontraba en el límite entre la ciudad y el campo, pero, en pocas décadas, se convirtió en una de las zonas más deseadas por la nobleza, con la construcción de palacios y opulentos jardines, algunos de los cuales son ahora prestigiosas sedes de embajadas.

 

La construcción de todo el Belvedere duró más de veinte años, desde 1700 hasta 1723. El arquitecto Lukas von Hildebrandt fue el autor de este gran proyecto, con la ayuda de multitud de decoradores, jardineros, estucadores, ebanistas y escultores. Actualmente, el Belvedere es una prestigiosa sala de exposiciones dedicada al arte austriaco desde la Edad Media hasta el siglo XX. Alberga colecciones que se integran armoniosamente con los espacios del siglo XVIII y las vistas de la ciudad, las cuales se pueden contemplar desde lo alto, tal como sugiere el nombre «Belvedere», compuesto por los términos italianos «bel», que significa «bonito», y «vedere», que significa «ver», utilizado para designar un mirador construido en un lugar destacado desde el que se puede contemplar el paisaje.

 

La visita suele comenzar en el Belvedere Inferior, que a menudo se utiliza junto con la Orangerie adyacente para exposiciones temporales de gran interés. Esta era la residencia de verano del príncipe Eugenio, mientras que el Belvedere Superior se utilizaba para fiestas y recepciones. El exterior es relativamente sencillo, pero el interior conserva la espléndida decoración del siglo XVIII.

 

El jardín, con su terreno en pendiente, ofrece un maravilloso paseo panorámico, gracias a rampas acompañadas de grandes fuentes, áreas de césped, macetas y esculturas ornamentales.

 

Una curiosidad: en el Belvedere Inferior se encuentra el Prunkstall, que ahora alberga una sección del museo. Aunque está repleto de estucos y frescos barrocos, su función original sigue siendo perfectamente reconocible: era el elegante establo de gala.

¡Aquí se alojaban y cuidaban los doce afortunados caballos favoritos del príncipe!

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