Te encuentras delante de uno de los cuadros más significativos de esta pinacoteca y el que, según una encuesta, ha resultado también el más popular entre los visitantes. Sin embargo, no es desde luego una pintura alegre. Por la delicadeza extrema de los colores, por el tema dramático y por el impresionante virtuosismo de la perspectiva, requiere un cuidado especial en el modo de exponerlo. Sin duda, el hecho de encontrarse en el centro de una sala larga y relativamente estrecha, con un color de las paredes y una iluminación especiales, lo resalta aún más.
El Cristo muerto es un cuadro extraordinario no sólo por su belleza, sino también porque es una de las escasas obras del siglo XV pintadas sobre lienzo, y no sobre madera. Si te sorprenden los tonos apagados de los colores y de las luces, no te olvides de que la escena está ambientada en un espacio interior en penumbra.
El cuadro fue realizado por Andrea Mantegna en los últimos años de su vida, poco después del año 1500, y parece que el artista lo pintó para decorar su propia capilla funeraria. Sin embargo, cuando el pintor murió, sus hijos se vieron obligados a venderlo para pagar las deudas que había dejado.
El cuerpo de Cristo, lavado, cubierto con ungüentos y preparado para la sepultura, aparece colocado sobre una gélida mesa de mármol rojizo, llamada "Piedra de la Unción", sobre la que aquí se pone especial énfasis. Justamente en Mantua, donde murió Mantegna, se conservaba como reliquia una esquirla de esta losa de mármol, procedente del Santo Sepulcro de Jerusalén.
En el extremo izquierdo de la escena puedes entrever algunos personajes intensamente marcados por el dolor: María con lágrimas, mucho más anciana de como aparece habitualmente en la escena de la crucifixión, el apóstol Juan que retuerce las manos, y una tercera figura, tal vez la Magdalena, de la cual se atisba sólo una pequeña parte del rostro.
CURIOSIDAD: si observas el cuadro con atención, te darás cuenta de que este no sigue perfectamente las leyes de la perspectiva. Una representación "realista" habría exigido pintar los pies más grandes, pero eso habría supuesto el riesgo de ridiculizar el personaje de Jesús. Mantegna decidió por tanto reducir deliberadamente su tamaño.