Te encuentras ahora en uno de los cuatro salones principales de Brera, que están divididos por parejas de columnas y reciben la luz de tragaluces circulares. Estos salones se denominan "napoleónicos", porque datan de la época en la que fue fundado el museo: y Napoleón está aquí presente todavía en carne y... yeso, como puedes ver por la estatua que le dedicó el gran escultor italiano Antonio Canova.
Estos salones albergan los cuadros más grandes del museo, siendo casi todos de tema religioso, incluido uno de los más insólitos, el Hallazgo del cuerpo de San Marcos. Este enorme lienzo cuadrado formaba parte de un ciclo de pinturas de la segunda mitad del siglo XVI obra del gran pintor veneciano Jacopo Robusti, al que se conocía como Tintoretto, porque su padre era tintorero de telas.
El cuadro narra un episodio a medio camino entre la historia y la leyenda. Algunos venecianos se introdujeron de noche en una iglesia de Alejandría para buscar los restos del santo, robarlos y llevarlos a Venecia. A la luz de las antorchas, los buscadores de reliquias están sacando cadáveres de sus sepulturas, cuando de pronto se les aparece el fantasma de San Marcos. Puedes ver al santo a la izquierda, quien con un gesto imperioso ordena que interrumpan la búsqueda. A sus pies, aunque se vea de manera fugaz, hay un cadáver desnudo sobre una alfombra que recuerda al "Cristo muerto" de Mantegna que acabas de ver en otra sala.
Las figuras monumentales, la perspectiva diagonal y los destellos de las luces en la noche misteriosa hacen de esta obra una de las creaciones más libres y fascinantes de la pintura veneciana del pleno Renacimiento. En primer plano a la derecha, hay un grupo de personajes alrededor de la figura de un hombre poseído: ¡realmente hacen que uno sienta escalofríos!
CURIOSIDAD: se cuenta que para transportar el cuerpo de San Marcos desde Alejandría, dos venecianos lo ocultaron en una cesta cubriéndolo con verduras y carne de cerdo. Fue una excelente idea, ya que cuando los egipcios quisieron inspeccionar la cesta, renunciaron a hacerlo para no tocar la carne de cerdo, prohibida por el Corán.