Te encuentras en la primera de las salas de la Corte Ducal, una sala espectacular, decorada con bustos de mármol y tapices flamencos. En el centro puedes ver el grandioso Gonfalone de Milán, el estandarte en el que se representa a San Ambrosio, el protector de la ciudad. Si te asomas a la última ventana de la derecha, podrás disfrutar de la vista más bella del Puentecito de Ludovico el Moro, la galería construida sobre el foso por Bramante, que ya has contemplado durante tu paseo alrededor del Castillo. Ahora haz una pausa y ve a la sala delle Asse.
La Sala delle Asse fue decorada por el gran Leonardo da Vinci, que la transformó en una verdadera glorieta, con las ramas de dieciséis árboles que se entretejían con cuerdas anudadas, cartelas y escudos de los Sforza. Lamentablemente, hoy la maravillosa decoración ha desaparecido casi del todo, aunque en una pared quedan rastros de los dibujos de Leonardo, y todavía se pueden distinguir las raíces que se insinúan entre las piedras.
Ahora haz una pausa y ve a la Capilla Ducal.
Estás en la Capilla Ducal. Como ves, se asoma al pórtico del Elefante, que ya has podido contemplar durante tu paseo por el interior del Castillo, y está decorada con gran refinamiento.
Ahora haz una pausa y ve a la "sala verde".
Estás en la Sala Verde, y te parecerá que te encuentras en medio de una parada militar. Si prestas atención, verás que todas las armas se exponen en orden cronológico: desde las armas blancas a las armas de fuego, hay de todo tipo, incluso un desfile de maniquíes con armaduras de ataque y de parada, procedentes de fabricantes italianos y alemanes.
Ahora haz una pausa y ve a la última sala del museo.
Estás en la última sala del museo, dedicada a la escultura, decorada con motivos en zigzag rojos y blancos. En el estante de la gran escalera verás numerosos fragmentos de gran refinamiento, que ya por sí solos bastan para hacerse una idea de la belleza de la obra original. Se trata de los fragmentos del monumento a Gastón de Foix, jefe militar francés muerto en la batalla de Rávena, en los primeros años del siglo XVI. El autor es Agostino Busti, conocido como el Bambaia.
CURIOSIDAD: entre las esculturas falta una estatua ecuestre. Ludovico el Moro había hecho traer 70 toneladas de bronce para Leonardo da Vinci, a quien había ordenado realizar el trabajo. Pero era un momento de guerras y había necesidad de armas y municiones. ¡Por lo tanto, Ludovico cogió su bronce e hizo balas de cañón!