Estás en la plaza del Arco de la Paz, un monumento que, como la Arena, data de la época de Napoleón Bonaparte y fue construido a principios del siglo XIX. Como puedes ver, en la parte superior tiene un grandioso grupo de esculturas de bronce, con un carro tirado por seis caballos. Las estatuas y los relieves de mármol son un buen ejemplo de la escultura de principios del siglo XIX, es decir, del estilo neoclásico. El conjunto está inspirado en los antiguos modelos romanos.
Ahora mira esos dos edificios bajos a los lados del Arco, que se remontan a la época en la que Milán era un estado independiente: ¿sabes para qué servían? Eran unas aduanas, en las que se pagaban los impuestos por las mercancías que entraban en la ciudad.
Mientras estés en la plaza, no te olvides de contemplar la vista más famosa del parque Sempione: el Castillo Sforzesco al fondo, que desde aquí aparece, por así decirlo, enmarcado entre dos bastidores, blanco y negro. Estos bastidores son una original obra del artista del siglo XX Alberto Burri, que la tituló Teatro Continuo. A la derecha puedes ver la Torre del Parque, un enrejado metálico de 108 metros de altura.
Ahora haz una pausa y ve al palacio de la Trienal.
El palacio de la Trienal es un excelente ejemplo de arquitectura y decoración racionalistas, y como la Torre del Parque, fue construido en la década de 1930. Se trata de una de las sedes más importantes en Italia de todo lo relacionado con el diseño. Si eres un apasionado del diseño, puedes visitar una de las muchas exposiciones que hacen que este palacio de la Trienal sea famoso en todo el mundo. Además, aquí puedes tomar un aperitivo o una comida completa en la cafetería con vistas al parque, ¡una verdadera rareza en Milán!
Detrás de la Trienal, en el camino de vuelta hacia el Castillo, te espera una última y bella sorpresa: el gran estanque que alberga las fascinantes esculturas de los "Baños misteriosos", fuente diseñada por Giorgio De Chirico, uno de los más grandes artistas italianos de la primera mitad del siglo XIX.
CURIOSIDAD: ¿sabías que puedes subir a la parte superior de la Torre del Parque? Desde detrás de una pared de cristal, podrás dominar todo Milán. Y si tienes la fortuna de encontrarte en un día muy claro, conseguirás ver, más allá de la llanura lombarda, los Alpes y los Apeninos.