Estás empezando la verdadera visita al Castillo Sforzesco con un agradable paseo. Empezarás desde la Torre del Filarete, que es la entrada principal, y darás la vuelta completa alrededor del Castillo, siguiendo el foso. Como ves, en los extremos hay dos enormes torres: te recomiendo que vayas a echarles un vistazo porque sobre su revestimiento de piedra observarás el escudo de armas de la serpiente, que era precisamente el símbolo de los Sforza. A unos cientos de metros observarás una gran ruina llamada Rivellino y que servía para conectar la fortificación con las murallas exteriores: da la vuelta al Castillo por esa parte. Ahora haz una pausa y ve a la entrada trasera del Castillo, en el lado del parque.
Te encuentras en el centro de la fachada, que se corresponde con la puerta trasera. Si das la espalda al Castillo, las vistas al parque son bellísimas. El bonito monumento que ves más allá del parque se llama Arco de la Paz, y es una obra importante del periodo neoclásico, de comienzos del siglo XIX. En el interior del foso, a lo largo del muro de ladrillos, habrás observado unos ventanucos: debes saber que en su momento hubo un pasaje cubierto que conectaba el castillo con el convento de Santa María delle Grazie, que se encuentra a casi un kilómetro de distancia, y esos ventanucos servían para iluminarlo. Ahora haz una pausa y continúa tu vuelta en torno al Castillo, hasta el Puentecito de Ludovico el Moro.
Estás en la parte más antigua del Castillo. El Puentecito, que como ves supera el foso sobre dos arcos, probablemente fue diseñado por el gran arquitecto Donato Bramante (el mismo de la iglesia de Santa María delle Grazie), y servía en su momento para conectar los aposentos del duque, que residía en el Castillo, con las murallas exteriores, que no han llegado hasta nuestros días. Unos pasos más y habrás vuelto al punto de partida, dando la vuelta al robusto torreón cilíndrico que protege la espectacular fachada principal, que se asoma al centro de Milán.
CURIOSIDAD: la Torre del Filarete, bajo la cual pasarás para entrar en el Castillo, no es la original. De hecho, saltó por los aires en 1521. Pensarás que fue un acto de guerra. Pero no. Un soldado un poco distraído, olvidando que la torre era un almacén de pólvora, dejó caer un objeto encendido. No fue reconstruida hasta cuatro siglos más tarde.