Te encuentras en la plaza de la Catedral: si eres un apasionado del selfi, este es el momento de hacerte uno ¡con el fondo más milanés que existe!
Hay una vieja película cómica italiana que quizás hayas visto alguna vez, en la que dos pueblerinos incautos llegan a Milán en busca de un sobrino. Al no saber qué hacer para encontrarlo, los dos van derechos a la plaza de la Catedral, convencidos de que antes o después el muchacho pasará por allí. Con este ejemplo puedes entender que aquí estás justo en el corazón de Milán.
La plaza fue concebida como un inmenso espacio libre delante de la fachada de la Catedral, aunque no resulta perfectamente armónica, ya que se ha ampliado y modificado varias veces desde el siglo XVIII, y en el fondo, todavía no ha encontrado su ordenación definitiva. Todavía hoy se siguen proyectando retoques, por ejemplo, en febrero de 2017 se trasplantaron en la plaza algunas palmeras y plataneros.
Para observar la plaza puedes tomar como punto de referencia el enorme monumento de Víctor Manuel II a caballo, una obra que fue terminada después de frustrantes retrasos a finales del siglo XIX.
A la izquierda de la fachada de la Catedral, verás enseguida el gran arco de entrada a la Galería Vittorio Emanuele. La Galería data de finales del siglo XIX y fue diseñada por Giuseppe Mengoni, que es el arquitecto al que también debemos los pórticos a ambos lados de la plaza.
CURIOSIDAD: hace aproximadamente 20 años, en un costado de la plaza, se instaló una fuente cuyos chorros de agua imitaban la forma de la catedral, con sus agujas: el efecto era realmente impresionante, ¡lástima que la hayan quitado!