Milán es la ciudad más cosmopolita de Italia, por lo que aquí podrás probar cualquier plato de cualquier parte del mundo, además de cocina italiana y platos típicos milaneses.
El plato típico por excelencia es el osobuco, que consiste en un filete de carne de vacuno con el hueso, del que se come incluso el tuétano, cocinado con verdura y hierbas aromáticas.
Lo puedes encontrar en su versión más común, con tomate, pero también sin tomate y servido con la gremolada, una salsa de perejil, ajo y cáscara de limón triturados.
Seguramente ya habrás oído hablar del risotto alla milanese, un arroz que se cocina en caldo de pollo y con abundante azafrán. Milán estaba rodeada de arrozales hasta hace algunas décadas, y los risottos son un plato típico de la comida casera: los podrás probar con setas o con espárragos, e incluso con peras o fresas.
La cotoletta alla milanese también es un plato muy popular. La receta clásica consiste en una chuleta de ternera empanada con huevo y frita. En cambio, la versión más reciente, llamada también «oreja de elefante», no contiene hueso, y el filete se golpea hasta hacerlo finísimo antes de freírlo.
En los restaurantes típicos, podrás probar también la cassoeula, que significa «cazuela» en dialecto milanés. Se trata de una receta de la cocina popular a base de cerdo, col rizada y partes menos nobles del cerdo, como los pies y las orejas.
Es un plato muy extendido también en toda Lombardía y otras regiones de Italia.
Lo mismo sucede con los pizzoccheri alla valtellinese, una pasta de trigo sarraceno con col rizada, mantequilla y queso derretido, o con la polenta Taragna, también de trigo sarraceno, servida con un guiso de carne y verduras.
No obstante, la mayor contribución de Milán a la cocina mundial es sin duda el Panettone, el postre típico de Navidad, un pan dulce, alto y esponjoso con fruta confitada y pasas que se ha convertido en el más vendido de Italia y que, además, se puede encontrar ya en todo el mundo.
Curiosidad: en el siglo XIX, el Panettone se elaboraba de manera artesanal en distintas pastelerías milanesas, pero fue solo a partir de los años 50 cuando las grandes marcas empezaron a producirlo en grandes cantidades, convirtiéndolo en un postre típico navideño de la tradición italiana.
¡Que aproveche!