¡San Miguel es una de las iglesias barrocas más fascinantes de Madrid!
Para poder apreciar como se debe su genial estructura externa, que se debe al arquitecto italiano Giacomo Bonavia, te sugiero que te sientes en uno de los bloques de granito que se encuentran cerca de la entrada de la biblioteca municipal, junto a la estatua del "Lector". Desde este punto estratégico puedes observar con calma la basílica barroca, con su fachada prominente, una de las muchas soluciones adoptadas por el arquitecto para dar más majestuosidad y esbeltez a un edificio religioso de dimensiones reducidas, que trata de "hacerse hueco" entre los que lo rodean, en un espacio urbano más bien limitado.
Este templo barroco, en el corazón del Madrid antiguo, fue realizado en un plazo de siete años, a mediados del siglo XVIII. Además de la característica convexidad de la fachada, otro elemento arquitectónico particular son sus dos campanarios con puntas en forma de bulbo.
La basílica tiene su origen en una de las parroquias más antiguas de Madrid, que estaba dedicada a dos niños mártires de Alcalá, Justo y Pastor, que fueron elevados a santos: puedes observar sus figuras en el medallón de piedra caliza justo encima de la puerta central. La iglesia, lamentablemente, fue destruida por uno de los muchos incendios tan frecuentes en esta zona, y la que se levantó sobre sus cenizas se llama ahora Iglesia de San Miguel, que posteriormente fue elevada al rango de basílica.
En el exterior de la basílica, en la parte izquierda, una cancela de hierro protege el Pasadizo del Panecillo. Te preguntarás el motivo de este extraño nombre: debes saber que el arzobispo Luis Antonio de Borbón tenía la costumbre de repartir entre los vagabundos trozos de pan a través de una de las ventanas del cercano Palacio arzobispal, con la condición de que asistieran a misa. La escena la puedes ver en la placa que lleva el nombre de la calle, situada encima de la pequeña farola de hierro forjado que surge de la pared lateral del palacio.
CURIOSIDAD: el Domingo de Ramos, de esta iglesia salen en procesión dos esculturas: una de Cristo y otra de la Virgen, por las calles de los alrededores. Los fieles, además de las tradicionales ramas de palma, compran también hojas de laurel, en recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén.