El cuadro que estás contemplando se considera uno de los símbolos indiscutibles del Impresionismo. De hecho, un grupo de pintores organizó una exposición en París en 1873, durante la cual Monet expuso por primera vez Las amapolas junto a otra de sus obras, Impresión, sol naciente, título del que tomaron ejemplo los artistas para bautizar su movimiento.
Las amapolas de Claude Monet resume todas las innovaciones introducidas por los impresionistas: está pintado al aire libre, para captar toda la vivacidad de los colores de la naturaleza a través de la luz natural, no tiene ningún dibujo preparatorio detrás, sino que fue realizado directamente con pinceladas rápidas para captar una instantánea del paisaje antes de que cambiara la luz. Si observas atentamente el lienzo, te darás cuenta de que la perspectiva no se consigue mediante una cuadrícula geométrica precisa, como en la pintura clásica, sino que se representa mediante la diagonal de las amapolas rojas que descienden de izquierda a derecha con manchas de color cada vez más grandes.
Mira el campo de flores, las dos parejas de mujeres con un niño caminando, el cielo azul. ¿No transmite todo serenidad?
El cuadro fue pintado por Monet durante un periodo muy positivo de su vida.
De hecho, en 1871, al final de la guerra franco-prusiana, que duró casi un año, y a causa de la cual había huido a Inglaterra para no tener que alistarse, Monet regresó a casa y se trasladó con su mujer y su hijo al campo, a solo 30 kilómetros de París.
Sus obras ya eran apreciadas y el comerciante de arte Durand Ruel le garantizaba unos ingresos bastante estables. Todo ello estimuló su creatividad y le permitió crear algunas de sus obras más bonitas.
Curiosidad: la mujer con la sombrilla y el niño a su lado son probablemente la esposa de Monet, Camille, y su hijo Jean. Lamentablemente, pocos años después de terminar el cuadro, la joven murió de cáncer con solo 32 años, poco después del nacimiento de su segundo hijo, Michel.