La protagonista de la obra es una conocida bailarina de los cabarets parisinos de finales del siglo XIX, Jane Avril, que llegó a ser la primera solista del Moulin Rouge y que fue musa inspiradora y amiga del pintor Henri de Toulouse Lautrec hasta que este murió con solo 37 años.
Aquí la vemos bailando, como le gustaba hacerlo desde niña. De hecho, la danza fue un salvavidas para ella tras una infancia triste. Nacida de la relación entre una prostituta y un aristócrata italiano, tras pasar los primeros nueve años con sus abuelos paternos, fue confiada a su madre, quien la envió a un internado. Unos años más tarde, intentó suicidarse arrojándose al Sena, pero fue salvada por unas prostitutas que la introdujeron en la vida nocturna parisina y en el baile, a los que dedicó toda su vida.
En el lienzo que tienes delante, la bailarina es la protagonista indiscutible. El pintor supo captar con unas pocas pinceladas el juego de sus piernas danzantes y la elegancia de su movimiento. Como en otras obras de Toulouse Lautrec, el espacio de alrededor es solo accesorio y, por lo tanto, no es relevante. De hecho, solo se reconocen dos figuras en el fondo a la derecha. Se trata del pintor inglés William Tom Warrener, amigo íntimo del artista, retratado también en la obra El inglés en el Moulin Rouge, expuesta actualmente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
En Jane Avril Bailando se encuentran las características recurrentes de las obras de Toulouse Lautrec: los personajes de la vida nocturna parisina, los decorados de interior, la mayor importancia que el artista concedía al dibujo, incluso más que al color. De hecho, fíjate en cómo los colores aparecen diluidos. En algunas partes incluso se ve el lienzo en blanco. No en vano, el autor solía utilizar pocos colores, principalmente el verde, el azul, el morado, el amarillo y el rojo, y en muchas de sus obras se vislumbraba el fondo del lienzo. Por otra parte, concedía gran importancia al dibujo y a la perspectiva geométrica, como demuestran las líneas oblicuas y verticales trazadas para dar sensación de profundidad.
Curiosidad: a Henri Toulouse Lautrec le gustaba decir: «Puedo pintar hasta los 40. Después de eso tengo la intención de vaciarme». Murió poco antes de alcanzar este objetivo, tras una vida de excesos entre alcohol, prostitutas y una malsana pasión por la absenta.