En el cuadro Judit decapitando a Holofernes, de Artemisia Gentileschi, se representa un conocido episodio bíblico, en el que la heroína mitológica del pueblo judío, Judit, decapita a Holofernes, comandante de los soldados asirios que asediaban la ciudad de Betulia.
El hombre, fascinado por la belleza de la mujer, la invitó supuestamente a un banquete y, tras quedarse dormido porque estaba borracho, fue asesinado por su invitada con su propia espada.
El cuadro muestra a Holofernes moribundo, con la sangre goteando copiosamente del lecho en el que yace, mientras trata desesperadamente de salvarse aferrándose a las ropas de la sierva de Judit. Mientras tanto, Judit lo decapita con un semblante casi impasible.
El cuadro se realizó hacia 1620 por encargo del gran duque Cosme II de Médici, señor de Florencia. Una vez terminado, se consideró demasiado realista y sangriento para ser expuesto, hasta el punto de que la artista tuvo dificultades para obtener los honorarios acordados.
Este fue solo uno de los muchos obstáculos que la pintora tuvo que afrontar en su vida.
Artemisia era hija del pintor Orazio Gentileschi, de quien heredó un precoz talento artístico. Cuando cumplió 18 años, su padre pidió a Agostino Tassi, su compañero y amigo, que fuera su profesor. Por desgracia, el hombre se aprovechó de su confianza y la violó. En aquella época, ante esta situación, para salvaguardar el honor de las víctimas y sus familias, se imponía un matrimonio reparador, pero en este caso no fue posible porque el culpable ya estaba casado.
Los Gentileschi exigieron entonces que Tassi fuera juzgado y condenado, pero el hombre no sufrió ningún castigo, sino todo lo contrario. Fue Artemisia quien tuvo que abandonar su ciudad, Roma, donde su reputación ya estaba entonces comprometida, y trasladarse a Florencia, donde se casó con un pintor de bajo nivel, un hombre de poca monta, para escapar de las constantes calumnias.
Sin embargo, esta mujer era tan fuerte y valiente como su heroína bíblica, Judit. Tuvo el valor de abrirse camino en el mundo del arte, entonces vetado a las mujeres, creó lazos de amistad y estima mutua con grandes artistas e intelectuales, obtuvo encargos en las cortes de Florencia, Roma, Nápoles e incluso Inglaterra, y fue la primera artista femenina admitida en la Academia de las Artes y del Diseño de Florencia.
Curiosidad: seguramente te parezca una locura que una mujer víctima de violación se viera obligada a contraer matrimonio reparador con su propio verdugo para salvar la reputación de la familia. Pues bien, en Italia esta práctica no se abolió hasta 1981.