En esta sala, conocida como la Capilla Veneciana, hay varias obras interesantes de Giorgione, Tiziano Vecellio y Lorenzo Lotto, pero una de las obras más conocidas de este último destaca por sus vivos colores: la Sagrada Familia con San Jerónimo.
En primer lugar, debes saber que, a diferencia de otros artistas del siglo XVI expuestos en los Uffizi, Lorenzo Lotto no fue muy popular en su época y su vida fue problemática, salpicada de constantes desplazamientos y penurias económicas. Tímido y poco dispuesto a transigir con los dictados estilísticos de su época, no logró abrirse camino entre los numerosos talentos de sus contemporáneos, y produjo sus mejores obras maestras en centros urbanos secundarios como Treviso, Bérgamo y Loreto.
En el siglo XIX, sus obras se revalorizaron, de modo que hoy Lorenzo Lotto está considerado uno de los pintores renacentistas más importantes.
Como se aprecia inmediatamente al contemplar el cuadro, el artista prestó mucha atención a las emociones expresadas en los rostros de sus personajes, como San José mirando fijamente a los ojos de su esposa María y del niño Jesús.
Observa cómo estas dos figuras aparecen más claras y brillantes que los otros tres personajes, mucho más viejos, oscuros y prácticamente menos definidos.
Resulta curiosa la pose de Santa Ana que, sentada en un cojín, rodea a su hija María, casi como si la sostuviera en sus brazos. Es como si Lotto quisiera representar el hecho de que María nació del vientre de Ana, así como Jesús del de María.
Ambas mujeres llevan un anillo: la Virgen lleva uno en el dedo corazón de la mano izquierda con una piedra verde, símbolo de la castidad, mientras que Ana lleva uno en el dedo anular derecho con una piedra roja, símbolo de la palabra de Dios.
En una posición más discreta, en la esquina izquierda, se encuentra el penitente San Jerónimo, reconocible por los elementos iconográficos clásicos con los que se le representa: el gorro rojo de cardenal, que recuerda su papel en la Iglesia, y la piedra con la que se golpea el pecho en señal de penitencia.
Curiosidad: no se sabe por qué se incluyó a San Jerónimo en la obra, ya que vivió unos 350 años después del nacimiento de Cristo. Quizá aparezca porque fue el primer traductor al latín de la Biblia, de la que forma parte el Nuevo Testamento, que narra la historia de la Sagrada Familia.