La importancia artística de Tiziano Vecellio en el siglo XVI está representada en los Uffizi por una magnífica serie de obras, en su mayoría relacionadas con su juventud y primera madurez.
Entre los numerosos retratos, género en el que Tiziano destacó por la vitalidad que supo imprimir a sus personajes, se encuentra la bella Flora, rubia y exuberante, que representa su ideal de belleza.
También hay obras que atestiguan su vinculación con la corte ducal de Urbino, como los retratos de Francesco Maria della Rovere y su esposa Eleonora Gonzaga, pero, sobre todo, la extraordinaria Venus de Urbino, terminada en 1538.
El cuadro fue encargado a Tiziano por el hijo de Eleonora Gonzaga, Guidobaldo II della Rovere, que probablemente quería recordar a su esposa, con la que se casó cuando ella solo tenía diez años, sus deberes conyugales, incluida la fidelidad.
Nadie queda indiferente ante el encanto de la joven desnuda representada, que parece mirar al espectador tumbada sobre cojines forrados de rojo. El contraste de los colores claros de la piel y el pelo de la doncella y la sábana blanca destaca sobre el color brillante de los cojines y la cortina oscura a sus espaldas, que divide la escena en dos zonas distintas. En primer plano se puede ver a la protagonista, mientras que al fondo de la habitación se ve a dos criadas rebuscando en un baúl.
En términos generales, el cuadro no representa a Venus como una diosa, sino como una mujer rica, a juzgar por el decorado de la escena, consciente de su belleza, de la que hace alarde sin pudor en su desnudez, mientras espera a que sus criadas le traigan la ropa con la que vestirse. Una está arrodillada buscando algo, mientras la otra sostiene un precioso vestido sobre un hombro.
Algunos elementos de la obra tienen un importante significado simbólico.
El perrito acurrucado a los pies de Venus representa la fidelidad conyugal, las rosas de la mano derecha son un símbolo de la belleza que, como los pétalos que caen, tarde o temprano se marchita.
CURIOSIDAD: la Venus de Urbino ha tenido un enorme éxito en la historia del arte. Ha sido admirada e imitada a lo largo de los siglos por numerosos pintores, hasta Manet, que la tomó abiertamente como modelo para su Olympia, un desnudo que causó escándalo en el París burgués de la segunda mitad del siglo XIX.